Un grupo de 27 voluntarios se reunió este verano en la basílica de la Sagrada Familia, con la intención de acompañar a miles de jóvenes peregrinos en su camino hacia la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Lisboa. La iniciativa tuvo como objetivo compartir la belleza del templo y transmitir su sentido espiritual más profundo a través de visitas guiadas.
Este voluntariado destinado a jóvenes de la archidiócesis de Barcelona, ha permitido la acogida de muchos jóvenes alrededor del mundo. Con la explicación de la Sagrada Familia desde su esencia más pura, pasando por la liturgia, la teología y cómo la tenía pensada Gaudí.
Servidores de la Belleza surgió tras las jornadas del Grup Joan Roig en Montserrat el curso pasado. Tomando el arte y la belleza como camino de encuentro con Dios , según la inspiración del proyecto impulsado por Jean Paul Hernández (“Piedras Vivas”).
El interés del grupo y Mn. Josep Maria Turull (Parroquia de la Sagrada Familia) se ha centrado en comprender una lectura contemplativa ligada a Cristo. Su repercusión ha conseguido que 15.800 jóvenes – entre el mes de julio y agosto – acudieran al templo acompañados por la cercanía del Señor.

La experiencia
La guía no contaba con el acceso desde el interior de la basílica, pero eso no impidió que la vivencia fuera menos impactante. La visita al claustro, las fachadas y el ofrecimiento de varias misas lograron despertar un fuerte golpe de concienciación sobre el lugar sagrado.
La experiencia ha producido una enorme satisfacción en su primera edición. Lo que ha llevado a un gran interés por fortalecer las bases del proyecto de cara a futuras decisiones a tomar el curso que viene. Ya no solo como apoyo a los peregrinos en la JMJ, sino también como apostolado consolidado. Para una mejor explicación, contamos con el apoyo de Maria Morer, responsable del equipo en Servidores de la Belleza:
«Una de las cosas que tenemos claras, después de hablar con Jean Paul, es presentar la actividad como un apostolado, de manera más concreta. Servirnos de la belleza, del arte, y de todo este testimonio que nos ha dejado la Iglesia durante la historia. De manera que se pueda hablar de Dios a través de ello a todo aquel que visite estos templos. Sea la Sagrada Familia, Santa Maria del Mar, o la Mercè. Tomando como prioridad la oración. Rezar por todos aquellos que vienen a visitar la iglesia. Ser estas piedras vivas de las que nos hablan los Evangelios. Poder hablar de Dios en la iglesia, que al final es lo que tiene más sentido del mundo. Un lugar de acogida y apostolado a todos aquellos que entran en un templo. Que sobre todo se les pueda hablar de Dios en algún momento de su vida».
Maria Morer
Ignacio Pont Rademakers
Estudiante de comunicación y humanidades