Mn. Alfonso es plenamente feliz desde el momento en que decidió dar el paso de entrar en el Seminario. Por eso, anima a todos aquellos que estén en un momento de discernimiento para que lo hagan. Su recomendación es clara: «que sea sincero consigo mismo y con quienes quieren ayudarle a empezar el camino; que tenga confianza absoluta en Dios, en su misericordia y en la Iglesia». Mn. Alfonso de Alarcón es vicario de la parroquia de María Mediadora de todas las Gracias, colaborador de la Pastoral del Sordo y Discapacidad, y de la Pastoral de la Salud.
¿Cómo oíste la llamada?
En un momento en el que estaba dispuesto a querer encontrar el sentido de mi vida por encima de todo. Deseaba poder encontrar la plenitud y la felicidad, independientemente de la vocación a la que el Señor me llamara, con la certeza de que si respondía que sí, sería plenamente feliz, porque estaría haciendo su voluntad. No me quité de la cabeza la importancia de estar atento a lo que el Señor me pedía, porque así sería feliz yo y Él.
Ahora, tu vida de servicio te llena de verdad. ¿Por qué?
Lo que llena no es lo que haces, sino por qué o para quien lo haces en tu realidad concreta. En mi caso —en el sacerdocio— vivo una intimidad con Jesucristo que solo puedo concretarla en mi llamada que es única y eso es lo que me llena. Todos debemos procurar hacer este camino allá donde Dios nos envía. Él es quien me llena verdaderamente. Servir, orar, santificar, interceder, sufrir y disfrutar, con y para la Iglesia.
¿A través de las personas débiles ves el rostro de Cristo?
Sí, pero no solo eso. También en los que sufren aprendo cómo ellos ven a Cristo: esto es lo que más me fascina: cómo entiende una persona con discapacidad quién es Dios, quién es Jesús… Me conmueve ver la relación de amor sencillo y sincero que viven, y me doy cuenta como yo mismo, muchas veces, me complico o confundo cuando trato con Dios personalmente. Es un aprendizaje constante.
Mn. Alfons de Alarcón
Entrevista realitzada per Òscar Bardají i Martín