El pasado 27 de junio tuvo lugar el voluntariado a Lourdes junto con la Hospitalidad formada por las diócesis de Terrassa, Sant Feliu de Llobregat y Barcelona. Durante cuatro días, 60 jóvenes peregrinaron a lo alto de los Pirineos para acompañar a los enfermos, servir en sus necesidades diarias y orar por sus intenciones. A lo largo de la estancia hubo espacio para numerosos encuentros y celebraciones que hicieron de las jornadas una experiencia íntima y profunda, de comunión y cercanía con los enfermos, a la vez que devoción por la Virgen María en su advocación como Señora de Lourdes y patrona de los más necesitados (tanto física como espiritualmente).
El viaje comenzó con la salida desde el Seminario Conciliar de Barcelona por la mañana, hasta la llegada a Lourdes por la tarde, donde se comunicaron y distribuyeron los tipos de asistencia para dar inicio al voluntariado. Es ahí donde, por primera vez, algunos miembros del grupo aprovecharon la oportunidad para ir a rezar a la Gruta de Massabielle, donde la Virgen María se apareció a San Bernadette.
Viernes 28
Al día siguiente, los voluntarios madrugaron para iniciar su servicio de sala (despertar, asear y vestir a los enfermos), para más adelante dirigirse junto a ellos al acto penitencial donde poder confesarse. Entrada la tarde, el cardenal Joan Josep Omella ofició la misa de la Hospitalidad, y los voluntarios participaron de la procesión de antorchas junto a la Virgen por el santuario.
Sábado 29
El sábado, después de asistir a los enfermos por la mañana, se celebró la Eucaristía con las hospitalidades de Cataluña en la Gruta de las Apariciones. Y posteriormente, se produjo la procesión del Santísimo en la Basílica subterránea de San Pío X. Además, los jóvenes tuvieron un rato de adoración al Santísimo antes de ir a dormir, después de acostar a los enfermos y finalizar el paso por la basílica.
Domingo 30
Durante el último día de la peregrinación, el grupo invirtió sus últimos esfuerzos y ayudas al servicio de sala, y participó de la misa internacional con todos los enfermos y hospitalidades presentes en la Basílica de San Pío X. Al acabar la celebración, se disfrutó de una gran paellada de despedida entre todos los voluntarios y enfermos, para finalmente llegar de vuelta al Seminario Conciliar de Barcelona por la noche.
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